LA EDUCACIÓN DE AHORA: EN BÚSQUEDA DE CAMBIOS BILATERALES MAESTRO – ALUMNO

 

Hablar de educación hoy no es algo sencillo, empezando porque a los estudiantes todo lo que tiene que ver con el mundo académico les genera náuseas y estupor; y es que vámonos para las aulas de clase: tareas a destiempo, juegos inoportunos, charlas pesadas, bostezos gigantes y un sinnúmero de cuestiones que demuestran el poco interés por adquirir conocimientos. No obstante la metodología del profesor no es que ayude mucho a esta problemática, su estilo de enseñanza se va petrificando conforme pasan los años y lo rutinario se hace identidad en este, sumándole a ello el ya mandado a recoger régimen del totalitarismo donde por muy mala información que pueda suministrar un docente, no debe ser cuestionado por ningún estudiante pues maneja la verdad absoluta.

“La letra con sangre entra”.  Antigua premisa que buscaba generar terror y eficacia para el aprendizaje de otrora y que hoy – aunque no posee ese trasfondo – parece subsistir; parece que siguiera latente como lema de algunos maestros porque así intimidan, evitan, rechazan y con finan al estudiante algunos peldaños por debajo de él, impidiendo la interacción y la generación de vínculos amistosos.

Las clases ni se diga; los alumnos saben de antemano la estructura de cada sesión porque esta se ha convertido en un monólogo digno de aburrimiento y de estrés. Las clases variadas y dinámicas son inconcebibles y no importa el bienestar, ni la comodidad, ni las condiciones físicas para el óptimo aprendizaje y buen acatamiento del grupo.

Son estas las razones sumadas a muchísimas variables que pueden tener influencia en la falta de atención de los alumnos como además del profe borracho, el fumador, el mentiroso, el despechado, el promiscuo, el que está por recibir un sueldo entre muchos otras; las que generan un vacío enorme en la educación y culpan la forma de ser de los estudiantes como principales factores que impiden el saber.

Ahora bien, tampoco quiero poner al alumno como la víctima de la problemática, ni mucho menos poner en tela de juicio la labor de todos los maestros, pues muchos trabajan de manera excelente y ejemplar. Miremos que una grandísima cantidad de estudiantes se encuentra inmersa en problemas con el alcohol, las drogas, el sexo, el robo y otras actividades que los influencian para que el aprendizaje en el colegio sea lo que menos les importa; entonces por eso llegan trabados, cansados, borrachos o enguayabados a las clases, se respiran aires de rivalidad en las aulas, se pasan rumores relacionados con embarazos, de cantantes, de redes sociales, de clubes de fútbol y de cualquier tema que busque sacar de casillas al docente y mirar con desagrado su próxima clase

Definitivamente los déficit en la educación necesitan ser solucionados y eso es una tarea muy difícil. Profesores y alumnos tienen la mejor herramienta para hacer del proceso enseñanza – aprendizaje una labor fructífera: las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación).  Ahora hay muchas formas de variar las clases, existen cantidades de aplicaciones y programas que permiten exponer, fomentar y hasta evaluar con mayor dinamismo e interés para ambos actores.

Ese es el llamado: a los docentes que sean más creativos y usen las TIC; estas les atraerán la atenciónde sus estudiantes y aprenderán incluso con mayor brevedad; y si los estudiantes dejan a un lado sus actitudes rebeldes, obstinadas, sin valor y hasta suicidas podrán contribuir a la mejora de la calidad de su propia educación. No estoy diciendo que se olviden de las drogas o de las demás problemáticas a las que están sometidos, ni más faltaba, pues cada cual se complica su vida como quiera; solo que den a cada cosa su tiempo y en el momento de aprender exploten esas capacidades que seguramente poseen.  Sugieran y exijan clases con calidad. Los jóvenes son quienes más conocen las TIC, por eso úsenlas para reclamar clases motivadoras.

Es el momento de darle un giro positivo a la educación en nuestro entorno inmediato porque el sistema general depende de instancias mayores y difícilmente otorgarán garantías para profesores, alumnos y el resto de la comunidad educativa. La mejora de la educación depende de los actores de la institución educativa; no se puede esperar nada, ni del ministerio, ni de la secretaría de educación, ni del gobierno en sí, (no hacen nada). Basta con una muestra de buena voluntad por mejorar los valores y las relaciones interpersonales junto con la disciplina tan necesaria para hacer las cosas como deben ser. Si solo usamos los medios tecnológicos para el ocio pronto nos convertiremos en la pesadilla de Einstein: una generación de idiotas… ¿o a lo mejor ya  lo seremos?

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Luis Manuel Foronda  / Maestro en Formación. E.N.S de Jericó